sábado, 8 de mayo de 2010

Buenos Aires, otoño de 20.10, sábado 8 de mayo


El maravilloso sol de esta tarde de otoño colorea la brisa fresca que mueve las ramas de mis árboles...
Hay hojas amarillentas, ocre, naranja, desparramadas por todas partes.
Mi tilo se ralea día a día y deja al sol acariciar sus ramas. El cielo, a su través, es de un intenso azul.
Los equinoccios tienen eso: la suavidad de bisagra aceitada, ese pasaje lerdo y extendido de verano a invierno y de invierno a verano.
Y así giran los siglos, en su ritmo circular y espiralado...
Amo la vida.
Agradezco todo lo que me dio.
Dure ella cuanto dure.


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