sábado, 11 de julio de 2015


HUESOS

Entretanto
cuando el 27 de julio a las dos de la mañana
irrumpían en la casa de Susana y José,
cuando el 5 de abril en la madrugada
Juan era arrancado de la cama,
cuando el 16 de septiembre
a Gustavo se lo llevaban al salir del trabajo,
yo caminaba las calles de Leipzig
y pisaba las hojas y las piedras,
regresaba aturdida de las clases
a preparar un café
en la cocinita de azulejos celestes
y apoyada en la ventana
entre sorbo y sorbo
pensaba en ellos
obstinadamente


Entonces
aunque aún me espantaban a la noche
los golpes en la puerta
sabía
que era imposible que estuviesen allí
que ya no me esperarían en la esquina
que su olor había dejado
de perseguirme

Entonces
yo usaba reloj y caminaba entre los vivos
abría la ventana en las mañanas
y dejaba la llave sobre el marco de la puerta
para que los amigos
aguardaran mi llegada mientras encendían la leña.


Entonces
yo contaba los días que faltaban
pero nunca
los que había sobrevivido
a tanto oscuro
tanto solo
tanto frío

porque
los Pedros y las Anas y los niños
que parieron en silencio y sin quejarse
veían más oscuro que mi oscuro
estaban más lejanos que mi lejos
y tenían más frío en ese frío
en el que nadie decía nada

Ahora
me preguntás qué siento.
Cómo es eso de estar,
haber atravesado los portales del infierno
y sin embargo estar de vuelta

Qué se siente

Nada puedo decir
que no hayan dicho.
Ninguna lágrima regará por vez primera
esta tierra
o aquella.

Ha pasado tiempo
tanto tiempo

Los niños tienen hijos
y la tierra
les devuelve de vez en cuando huesos
para que armen a sus padres
y conozcan la talla de un hombre
con su mismo ADN
y vean los orificios
por donde la vida se les fue tan de repente
tan poquita
tan joven
tan querida

y puedan despedirlos

devolverlos
enterrarlos
ahora sí
o esparcirlos en el aire
definitivamente
sin saber
cómo hubiera sido la caricia
que soñaron cada noche
hijos
padres
madres
que sólo conocen
el dolor de no tenerlos
de llorar y no tenerlos
de buscar y no tenerlos
de callar


Por favor
no me preguntes qué se siente.




2 comentarios:

Ulises Muschietti dijo...

Tremendo y hermoso.

Unknown dijo...

Es la memoria, Ulises. Esa que intentan vanamente hacernos creer que ya no sirve... Que se puede ultrajar, manosear, ningunear.
Gracias por tu comentario. Un abrazo.